martes, 20 de mayo de 2014



1830-1875 URUGUAY PASTORIL Y CAUDILLESCO (1830-1839 Primeras Presidencias, 1839-     1851 Guerra Grande, 1851-1864 Política de Pactos y Fusión, 1864-1872 Políticas de Divisas, 1872-1875 Cooparticipación)
1860-1868 Revolución del lanar
1875-1900 MODERNIZACIÓN
1875-1886 Militarismo (1875-1880 Lorenzo Latorre, 1882-1886 Máximo Santos)
1886-1900 Civilismo (1886-1890 Máximo Tajes, 1890-1894 Julio Herrera y Obes, 1894-1898 Idiarte Borda 1898-1900 Lindolfo Cuestas).



El país real se salteó el formarse con un orden jurídico europeizado. Las guerras civiles dominaron el escenario uruguayo hasta por lo menos 1876. En ellas se gestaron los dos partidos que pasaron a la modernidad y sobrevivieron en el siglo XX: el blanco y el colorado.
Una breve crónica de los principales hechos mostrará las etapas políticas y revelará la "anarquía", expresión que apareció en los escritos de los intelectuales que integraron los efímeros gobiernos, y que afloró en las quejas de las clases poseedoras de riqueza.
El primer presidente constitucional, Fructuoso Rivera (1830-1834) debió soportar tres alzamientos del otro caudillo rural, Juan A. Lavalleja.
Su sucesor, Manuel Oribe (1835-1838), tuvo que combatir dos alzamientos del ex-presidente Rivera. En 1836, en la batalla de Carpintería, los bandos usaron por primera vez las dos divisas tradicionales: el blanco distinguió las tropas del gobierno que se titularon "Defensores de las Leyes", y el celeste primero - el otro color de la bandera uruguaya - y el colorado después, fueron usados por los fieles de Rivera. Un segundo alzamiento de este derrocó al gobierno de Manuel Oribe en 1838. Rivera, auxiliado por la escuadra francesa que deseaba acabar con Oribe, el aliado del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, ocupó Montevideo y se hizo elegir presidente por segunda vez en 1839. Ese año se inició la "Guerra Grande" cuando Rivera declaró la guerra a Rosas quien seguía reconociendo a Manuel Oribe como presidente constitucional del Uruguay. Los dos bandos uruguayos se internacionalizaron. Rivera contó con el apoyo de los enemigos unitarios argentinos y las escuadras francesas e inglesa. Las dos naciones europeas temían que Rosas anexara al Uruguay y deseaban además terminar con el monopolio que sobre la navegación del Paraná ejercía el gobernador de Buenos Aires. Oribe se apoyó en Rosas y puso sitio a Montevideo durante 9 años. (1843-1851).
El conflicto se resolvió cuando se retiraron los europeos e intervino el Imperio del Brasil a favor del Montevideo Colorado. Oribe y Rosas fueron derrotados. A pesar de ello se firmó una paz entre los orientales el 8 de octubre de 1851 por la cual se declaraba que no había ni vencidos ni vencedores.
La atmósfera que siguió a este conflicto fue de fusión entre los partidos. La ruina de la ganadería, el comercio y las fortunas privadas por la larga lucha, ambientó esa política. Pero los dos bandos habían encarnado en la memoria colectiva y la lucha civil se reanudo.
El presidente Blanco Juan F. Giró (1852-1853) fue derribado por un motín del ejército colorado. El nuevo caudillo de este partido, el General y caudillo rural Venancio Flores, gobierno como presidente hasta 1855. En 1856 la fusión y el pretendido olvido de los rencores del pasado llevaron al poder a Gabriel A. Pereira (1856-1860). Bajo su mandato, una fracción del Partido Colorado, llamada Partido Conservador, se alzó en armas y sus jefes fueron derrotados y fusilados en Quinteros por las tropas del gobierno. Entre 1860 y 1864 gobernó el presidente Bernardo P. Berro. Este pretendió continuar con la política de fusión pero los partidos renacieron. En 1863, el General Flores invadió el Uruguay con el apoyo del presidente argentino Bartolomé Mitre y la colaboración final del Imperio del Brasil. Bernardo P. Berro buscó apoyo en el Paraguay para restablecer así decía, el equilibrio en el Río de la Plata. Luego de la caída en manos de Flores de la ciudad de Paysandú (enero de 1865), uno de sus generales mandó fusilar a los más destacados jefes blancos. De este modo ambos partidos tradicionales tuvieron sus mártires y una carga de emotividad que les aseguró larga permanencia.
El triunfo de Flores culminó con su dictadura (1865-1868) y la intervención del Uruguay en la guerra de la Triple Alianza junto a Brasil y Argentina contra el Paraguay. En febrero de 1868, Venancio Flores, que había despertado rencores apasionados, fue asesinado. El mismo día fue ultimado el ex-presidente blanco Bernardo P. Berro. Las tradiciones partidarias se nutrieron de nuevos mártires.
Venancio Flores inició la serie de gobiernos colorados que recién concluyó en 1959. Lorenzo Batlle, su sucesor y presidente constitucional entre 1868 y 1872, debió enfrentar un alzamiento blanco comandado por el caudillo rural Timoteo Aparicio.
Esta revolución fue conocida como de "Las Lanzas" debido al arma que allí se uso de preferencia, lo que testimonia la tecnología militar primitiva de la época. Por su duración (1870-1872) y sus efectos destructivos sobre la riqueza ganadera, es el conflicto civil que mejor puede compararse a la "Guerra Grande". Ambos bandos se reconciliaron en la llamada Paz de Abril de 1872 por la cual los blancos lograron por primera vez coparticipar junto a los colorados en el gobierno. Pero la anarquía persistió hasta 1876 en que el coronel colorado Lorenzo Latorre tomó el gobierno.
Fue por efecto de la lucha y los propios acontecimientos relatados, que colorados y blancos fueron dotándose de ciertos contenidos políticos, sociales y hasta regionales. Las personalidades diferentes y los vínculos sociales distintos de Rivera y Oribe, y el principal de los conflictos citados - la "Guerra Grande" - dieron nueva forma a la oposición colonial entre la Capital y el Interior. Los colorados se identificaron con el Montevideo sitiado, los inmigrantes y la apertura a lo europeo; los blancos, asentados en la campaña sitiadora, se identificaron con el medio rural, sus grandes terratenientes y lo americano-criollo.
Pero estas diferencias no alcanzan para explicar la profundidad del desorden interno que conoció en esos a&ntildeos el Uruguay. Las estructuras sociales, económicas y culturales, así como la tecnología de una civilización pre-industrial, deben ser convocadas para la interpretación del hecho político y completar la imagen del país.
Los gobiernos de los militares colorados Lorenzo Latorre (1876- 1880), Máximo (1882-1886) y Máximo Tajes (1886-1890), fueron los que asentaron el poder central, dominaron a los caudillos rurales y tornaron los alzamientos sino imposibles, difíciles.
El Estado y el ejército gozaron desde ese momento del monopolio de la coacción física, en parte porque el armamento era ya costoso y de difícil manejo para los gauchos - el fusil Remington de repetición y la artillería Krupp hicieron su aparición - ; en parte porque los medios de comunicación (telégrafo) y transportes (ferrocarril) fortalecieron el poder montevideano; en parte porque la sociedad y la economía estaban cambiando y se oponían a las costosas rebeliones del pasado. También contribuyó el afianzamiento de la paz interna el fortalecimiento del sentimiento nacional que ya no admitió la internacionalización de los partidos uruguayos y sus alianzas con los federales y unitarios argentinos o los bandos brasileños. La unificación de la Argentina y el Brasil, en torno a Buenos Aires y Río de Janeiro, hizo que poco a poco desaparecieran los llamados desde esas naciones a formar parte de la unidad. Desde este ángulo, la "Revolución de las Lanzas" (1870-1872) fue la primera guerra civil puramente uruguaya.
A los militares sucedieron los gobiernos civiles, presidencialistas y autoritarios, de Julio Herrera y Obes (1890-1894) y Juan Idiarte Borda (1894-1897). Al exclusivismo colorado y sus manipulaciones electorales respondieron las revoluciones blancas capitaneadas por el caudillo rural /uruguay/historia/Uy_sarav.htm
Aparicio Saravia. Su levantamiento en 1897 fue la base de un gobierno colorado de compromiso con los blancos, el de Juan L. Cuestas (1897-1903).
Aumento de la población
El Uruguay de 1830 apenas contaba con 70.000 habitantes. El de 1875 poseía ya 450.000 y el de 1900 un millón. El espectacular crecimiento - la población se multiplicó por 14 en 70 años - no tenía parangón en ningún país americano. La alta tasa de natalidad dominante hasta 1890 - 40/50 por mil habitantes - se había unido a una relativamente baja tasa de mortalidad - 20/30 por mil - para ambientar este hecho , pero el factor crucial de la revolución demográfica fue la inmigración europea.
Franceses, italianos y españoles hasta 1850, italianos y españoles luego, llegaron en 4 o 5 oleadas durante el siglo XIX. La inmigración fue temprana en relación a la más tardía que arribó a la Argentina, y sobre todo fue cuantiosa en relación a la muy pequeña población existente en 1830. De 1840 a 1890, Montevideo poseyó de un 60 a un 50 % de población extranjera, casi toda europea. El Censo de 1860 mostró un 35% de extranjeros en todo el país, y el de 1908 redujo esa cifra al 17%.
Los europeos - y brasileños - , con valores diferentes a los de la población criolla, sobre todo los primeros, más proclives al espíritu de empresa y al ahorro; protegidos por sus cónsules durante las guerras civiles y recompensados siempre por sus pérdidas por el estado uruguayo amenazado desde el exterior, se convirtieron hacia 1870-1880 en los principales propietarios rurales y urbanos, como poseían el 56% del total de la propiedad montevideana y el 58% del valor de la propiedad rural.
Los inmigrantes europeos fueron también los iniciadores de la industria de bienes de consumo al grado que en 1889 controlaban el 80% de esos establecimientos. Los inmigrantes, hostiles por lo general a las disputas entre blancos y colorados, exigieron la paz interna.



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