Ya desde el
fin de la Primera Guerra Mundial, Europa comenzó a experimentar un
cuestionamiento de los sistemas democráticos y su efectividad para regir los
Estados. Sin embargo, fue la Gran Depresión la que desató la crisis definitiva
de la democracia en Europa. El colapso económico trajo consigo un malestar
social generalizado y, por ello, la población comenzó a buscar nuevos
modelos y liderazgos políticos. La democracia que imperaba en la mayoría
de las naciones europeas, no logró dar con una solución a los problemas de
cesantía y estancamiento dela economía. En este contexto, tomaron fuerza
movimientos políticos extremistas que prometían cambiar el rumbo de las
cosas. La izquierda comunista, fomentada en Europa y el
resto del mundo por la Unión Soviética, representó una opción política
para una parte considerable de la población europea. A su vez, el miedo a
la expansión de este pensamiento llevó a otro elevado número de europeos a
adoptar posturas Fascistas que atacaban abiertamente al
comunismo, fomentaban el nacionalismo y, en el caso del nazismo
alemán, eran fuertemente racistas. Fue precisamente el fascismo el
que logró mayores éxitos en Europa. Tanto el comunismo soviético de Stalin
como los fascismos europeos se caracterizaron por ser antidemocráticos y por
intentar un control absoluto sobre sus poblaciones. Así, la Unión Soviética,
Alemania y, en menor medida, Italia se aproximaron al modelo de lo
que se conoce como régimen totalitario.
Especialmente,
en los dos primeros, el Estado intentó vigilar todos los aspectos de la
vida de los individuos, sin dejar espacio para la libertad. Como lo dice su
nombre, el totalitarismo pretendía ejercer un control total sobre el
escenario político, social y económico del Estado. La existencia de una
sociedad de masas fue lo que
permitió el desarrollo del totalitarismo. Esta era una sociedad industrial
formada a partir de la explosión demográfica, la concentración de la población
en ciudades y el desarrollo de la tecnología. Sin estos factores, el dominio
ejercido por el Estado sobre cada individuo no habría sido posible. El totalitarismo necesitó
de la sociedad de masas para expandir su doctrina a toda la población
y para mantenerla sometida a través de métodos tan diversos como la
propaganda ideológica, la educación y la utilización de métodos represivos
por parte dela policía secreta.
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